Dulce Jesús mío, mi niño adorado ¡Ven a nuestras
almas! ¡Ven no tardes tanto!
¡Rey de las naciones,
Emmanuel preclaro, De Israel anhelo Pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con
suave cayado ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
¡Ábranse los cielos y
llueva de lo alto bienhechor rocío como riego santo! ¡Ven hermoso Niño, ven
Dios humanado! ¡Luce, Dios estrella! ¡Brota, flor del campo!
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
LA PALABRA DE
DIOS
"Al cabo de tres días lo encontraron en el
templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles: todos
los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas.
Cuando le vieron quedaron sorprendidos y su madre
le dijo: Hijo ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te
andábamos buscando. Él les dijo: ¿Y por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo
debía estar en las cosas de mi Padre? Pero ellos no comprendieron la respuesta
que les dio. Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre
conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.
"Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y
en gracia ante Dios y ante los hombres". (Lc. 2, 46-52)
REFLEXIÓN:
La sagrada familia es el
modelo para las familias cristianas: los padres no solamente deben
proveer el alimento, vestido e instrucción de sus hijos; sino que tengan en
cuenta que son sus educadores especialmente en la fe. Enséñenlos a cumplir sus
deberes para con Dios y para con el prójimo. Los hijos, por su parte, a ejemplo
del Niño Jesús, tengan cariño a sus padres y sean dóciles a sus enseñanzas para
que puedan formarse buenos ciudadanos y buenos cristianos.
ORACIÓN FINAL
Oh Jesús, bendice nuestras familias para que los
padres sean más responsables de su delicada misión y para que reinen más amor y
más comprensión entre padres e hijos. Amén.

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