miércoles, 22 de abril de 2015

Hoy en San Francisco de Asis

Poco a poco vamos dando a conocer la Pastoral Penitenciaria. Hoy el encuentro ha sido con la Parroquia de San Francisco de Asis.
Está siendo una buena experiencia, porque allí donde nos vamos acercado, es grande el interés que demostráis.
Gracias por acogernos y sobre todo, como piden los internos: ¡Rezad por ellos!


domingo, 19 de abril de 2015

Revista Galería num. 224

Ya han pasado dos meses y tenemos aquí recién salida la nueva publicación para que podáis disfrutar de ella.

domingo, 12 de abril de 2015

¿Crees que a tu vida le falta algo?


Si te parece que necesitas poner pies a tu vida, si crees que puedes hacer algo por los demás, si quieres llevar el AMOR.... puede ser una buena ocasión!

domingo, 5 de abril de 2015

Texto completo de la bendición Urbi et Orbi del Papa Francisco en el Domingo de Pascua











Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz Pascua!
Jesucristo ha resucitado.
El amor ha derrotado al odio, la vida ha vencido a la muerte, la luz ha disipado la oscuridad.
Jesucristo, por amor a nosotros, se despojó de su gloria divina; se vació de sí mismo, asumió la forma de siervo y se humilló hasta la muerte, y muerte de cruz. Por esto Dios lo ha exaltado y le ha hecho Señor del universo. Jesús es el Señor.
Con su muerte y resurrección, Jesús muestra a todos la vía de la vida y la felicidad: esta vía es la humildad, que comporta la humillación. Este es el camino que conduce a la gloria. Sólo quien se humilla pueden ir hacia los «bienes de allá arriba», a Dios (cf. Col 3,1-4). El orgulloso mira «desde arriba hacia abajo», el humilde, «desde abajo hacia arriba».
La mañana de Pascua, advertidos por las mujeres, Pedro y Juan corrieron al sepulcro y lo encontraron abierto y vacío. Entonces, se acercaron y se «inclinaron» para entrar en la tumba. Para entrar en el misterio hay que «inclinarse», abajarse. Sólo quien se abaja comprende la glorificación de Jesús y puede seguirlo en su camino.
El mundo propone imponerse a toda costa, competir, hacerse valer... Pero los cristianos, por la gracia de Cristo muerto y resucitado, son los brotes de otra humanidad, en la cual tratamos de vivir al servicio de los demás, de no ser altivos, sino disponibles y respetuosos.
Esto no es debilidad, sino autentica fuerza. Quién lleva en sí el poder de Dios, de su amor y su justicia, no necesita usar violencia, sino que habla y actúa con la fuerza de la verdad, de la belleza y del amor.
Imploremos al Señor resucitado la gracia de no ceder al orgullo que fomenta la violencia y las guerras, sino que tengamos el valor humilde del perdón y de la paz. Pedimos a Jesús victorioso que alivie el sufrimiento de tantos hermanos nuestros perseguidos a causa de su nombre, así como de todos los que padecen injustamente las consecuencias de los conflictos y las violencias que se están produciendo, son mucas.
Pedimos paz ante todo por Siria e Irak, para que cese el fragor de las armas y se restablezca una buena convivencia entre los diferentes grupos que conforman estos amados países. Que la comunidad internacional no permanezca inerte ante la inmensa tragedia humanitaria dentro de estos países y el drama de tantos refugiados.
Imploremos la paz para todos los habitantes de Tierra Santa. Que crezca entre israelíes y palestinos la cultura del encuentro y se reanude el proceso de paz, para poner fin a años de sufrimientos y divisiones.
Pidamos la paz para Libia, para que se acabe con el absurdo derramamiento de sangre por el que está pasando, así como toda bárbara violencia, y para que cuantos se preocupan por el destino del país se esfuercen en favorecer la reconciliación y edificar una sociedad fraterna que respete la dignidad de la persona. Y esperemos que también en Yemen prevalezca una voluntad común de pacificación, por el bien de toda la población.
Al mismo tiempo, encomendemos con esperanza al Señor misericordioso el acuerdo alcanzado en estos días en Lausana, para que sea un paso definitivo hacia un mundo más seguro y fraterno.
Supliquemos al Señor resucitado el don de la paz en Nigeria, Sudán del Sur y diversas regiones del Sudán y la República Democrática del Congo. Que todas las personas de buena voluntad eleven una oración incesante por aquellos que perdieron su vida ―y pienso muy especialmente en los jóvenes asesinados el pasado jueves en la Universidad de Garissa, en Kenia―, los que han sido secuestrados, los que han tenido que abandonar sus hogares y sus seres queridos.
Que la resurrección del Señor haga llegar la luz a la amada Ucrania, especialmente a los que han sufrido la violencia del conflicto de los últimos meses. Que el país reencuentre la paz y la esperanza gracias al compromiso de todas las partes interesadas.
Pidamos paz y libertad para tantos hombres y mujeres sometidos a nuevas y antiguas formas de esclavitud por parte de personas y organizaciones criminales. Paz y libertad para las víctimas de los traficantes de droga, muchas veces aliados con los poderes que deberían defender la paz y la armonía en la familia humana. E imploremos la paz para este mundo sometido a los traficantes de armas que ganan con la sangre de los hombres y las mujeres.
Y que a los marginados, los presos, los pobres y los emigrantes, tan a menudo rechazados, maltratados y desechados; a los enfermos y los que sufren; a los niños, especialmente aquellos sometidos a la violencia; a cuantos hoy están de luto; y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, llegue la voz consoladora del Señor Jesús: «Paz a vosotros» (Lc 24,36). «No temáis, he resucitado y siempre estaré con vosotros» (cf. Misal Romano, Antífona de entrada del día de Pascua).

jueves, 2 de abril de 2015

Y yo?



Papa Francisco lava pies a 12 mujeres y hombres presos de la Cárcel de Rebibbia

Por Alvaro de Juana

Papa Francisco lava pies de reclusos y reclusas en Misa de la Cena del Señor. Foto: Captura de video / CTV.
Papa Francisco lava pies de reclusos y reclusas en Misa de la Cena del Señor. Foto: Captura de video / CTV.




VATICANO, 02 Abr. 15 / 12:30 pm (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Francisco lavó los pies este Jueves Santo a 12 detenidos, hombres y mujeres, de la cárcel de Rebibbia, a las afueras de Roma. Fueron dos mujeres nigerianas, una congoleña, dos italianas, una ecuatoriana y al hijo de una de ellas. También a un hombre de nacionalidad brasileña, a otro nigeriano y a cuatro italianos.
La celebración de la Misa de la Cena del Señor y el lavatorio tuvieron lugar en el templo de la prisión, la Iglesia del Padre Nuestro.
En el interior, 300 detenidos participaron de la celebración, y aunque el Pontífice lavó los pies a doce, pocos minutos antes, en la homilía, dejó claro que en ellos estaban representados todos los demás. “Yo hoy lavaré los pies de doce de vosotros. Pero en estos hermanos y hermanas están representados todos, todos aquellos que viven aquí. Vosotros les representáis”, dijo a los detenidos.
Los detenidos permanecieron sentados a ambos lados del altar, en dos grupos de seis. Sus rostros fueron de absoluta emoción ante el hecho de que el Papa Francisco, a ejemplo de lo que hizo Jesús con sus discípulos, les lavase los pies.
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A cada uno, tras secárselos con una toalla, el Papa Francisco les miró sonriente y con gesto de cariño. Una de las mujeres de nacionalidad africana aprovechó para que le bendijera unas cruces que llevaba en la mano, tras lo cual se la vio orar.
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En el segundo grupo, el Papa lavó los pies a una mujer africana que en sus brazos llevaba a su hijo de unos tres años. Francisco lavó primero los pies al pequeño, y a continuación a su madre, que rompió a llorar llena de emoción al ver como de nuevo el Pontífice besaba el pie del niño por segunda vez. A su lado otra mujer derramó lágrimas mientras el Santo Padre se arrodillaba ante ella y repetía el gesto.
La celebración estuvo repleta de emoción y de alegría, palpable también en los niños que se movían libremente ya desde antes de la llegada del Pontífice e incluso cuando Francisco estaba lavando los pies.
En la homilía que hizo poco antes del lavatorio recordó a los detenidos que “Jesús nos amó, Jesús nos ama sin límites, siempre, hasta el final. El amor de Jesús por nosotros no tienen límites. Siempre es más, siempre es más. No se cansa de amar, a ninguno”.
El Santo Padre destacó además que “su amor es así, personal. El amor de Jesús no defrauda jamás, porque no se cansa de amar, como no se cansa de perdonar, no se cansa de abrazarnos”.

Sobre el sentido del lavatorio de pies explicó que en la época de Jesús “esto no lo hacía el dueño de la casa, lo hacían los esclavos, era trabajo de esclavos. Y Jesús lava como esclavo nuestros pies”.
“Es tanto el amor de Jesús que se ha hecho esclavo para servirnos, para sanarnos, para limpiarnos y hoy en esta Misa  la Iglesia quiere que el sacerdote lave los pies de doce personas, como memoria de los Doce Apóstoles”.
Al llegar el Pontífice al exterior de la Prisión, antes de celebrar la Misa, cientos de personas le esperaron para saludarle. Entre ellos, otros 300 detenidos que le estrecharon la mano y le pidieron ser bendecidos. También estuvo presente el personal de la policía penitenciaria, el personal administrativo y los voluntarios de la prisión. Poco antes de entrar en la iglesia, el Papa dio las gracias a todos por la acogida que le dedicaron.
La cárcel de Rebibbia “Nuevo Complejo” (llamada así para diferenciarla de otras que se encuentran en la misma zona), fue inaugurada en 1971. Está dividida en 15 departamentos para los detenidos, entre los que se incluyen los referentes a la toxicodependencia o a los delitos contra la persona o el patrimonio.
En la prisión se desarrollan diversas pastorales, como la iniciación cristiana de adultos, grupos de oración “Padre Pío” o coloquios con los detenidos.