TE ESPERAMOS ANHELANTES Y SABEMOS QUE VENDRÁS, DESEAMOS VER TU ROSTRO Y QUE VENGAS A REINAR
Dulce Jesús mío, mi niño adorado ¡Ven a nuestras
almas! ¡Ven no tardes tanto!
Ven ante mis ojos, de ti
enamorados! ¡Bese ya tus plantas! ¡Bese ya tus manos! Prosternado en tierra, te
tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto!
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
¡Oh, Sapiencia suma del
Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh, Divino Niño, ven
para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios!
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
LA PALABRA DE
DIOS
"Y el que recibe a un niño como éste en mi
nombre, a mí me recibe. Pero al que escandalice a uno de estos niños que creen
en mí, más le valía que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que
mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar. ¡Ay del mundo por los
escándalos!". (Mt. 18, 5-7)
REFLEXIÓN
Jesús dice en otra parte del Evangelio:
"Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras
buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos". (Mt.
5, 16)
Los hijos, especialmente los pequeños, imitan los
ejemplos de los mayores y aquí están en primer lugar de los padres de familia.
El matrimonio es sagrado porque fue Dios el que lo instituyó y por eso mismo su
misión es sagrada ante Dios, ante la Iglesia y ante la sociedad, en la
educación integral de sus hijos. Pensemos si nuestras actitudes son educativas
para los niños que viven con nosotros.
ORACIÓN FINAL
Oh Jesús, tú que siempre has sido el bienhechor de
la humanidad, ayúdanos con tu divina gracia para que a ejemplo tuyo, con
nuestras buenas obras demos buen ejemplo a todos. Amén.